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Los semáforos han sido una parte integral de la infraestructura de las ciudades durante más de un siglo. Su función es regular el flujo de tráfico y mantener a los peatones seguros al cruzar la calle. Sin embargo, unos investigadores de la Universidad de Carolina del Norte sugieren añadir una cuarta luz, llamada “fase blanca”, para mejorar el tráfico y reducir la contaminación. Para que funcione, es necesario que circulen los coches autónomos. 

La “fase blanca” se activaría si el primer coche que llega al semáforo es autónomo y el siguiente es un vehículo convencional. Entonces, el semáforo se pondría en blanco y el conductor del vehículo convencional debería copiar al coche autónomo de delante. Si el vehículo autónomo pasa, el conductor del vehículo convencional también debe pasar. Si el vehículo autónomo frena, el conductor del vehículo convencional también debe frenar.

La idea es que los vehículos autónomos no necesitan luces rojas, amarillas y verdes para determinar cuándo detenerse o avanzar. En su lugar, los automóviles autónomos utilizan sensores para detectar obstáculos y peatones en su camino. Por lo tanto, algunos argumentan que los semáforos deben ser re configurados para ayudar a los peatones a entender mejor el flujo del tráfico.

Otra posible solución es cambiar los semáforos a una variedad de colores que sean más fáciles de distinguir para los peatones, especialmente para aquellos con discapacidades visuales. Por ejemplo, algunos expertos sugieren que los semáforos podrían cambiar a colores como azul, púrpura o naranja.

El azul es un color que se utiliza comúnmente en la tecnología y se asocia con la fiabilidad y la seguridad. El púrpura es un color que se utiliza a menudo en la industria médica y se asocia con la calma y la tranquilidad. El naranja es un color brillante y alegre que puede ser fácilmente identificado por los conductores y peatones.

Por supuesto, cambiar los colores de los semáforos no es una tarea fácil. Los semáforos son una parte fundamental de la infraestructura de la ciudad y cualquier cambio debe ser cuidadosamente considerado y planeado. Además, es posible que se necesite educar a los conductores y peatones sobre los nuevos colores y lo que significan.

Sin embargo, si se implementa correctamente, un cambio en los colores de los semáforos podría ayudar a mejorar la seguridad de los peatones y a hacer que las ciudades sean más amigables para los vehículos autónomos. Además, podría ser un paso importante hacia una infraestructura de transporte más inteligente y eficiente.

El estudio también plantea otros escenarios. Si todos los vehículos implicados son autónomos, la luz blanca se enciende y los vehículos conectados a un ordenador central pasan uno detrás del otro con total fluidez. Si el primer coche que llega al semáforo es un vehículo con conductor, se vuelve a los colores tradicionales de rojo, ámbar y verde.

En resumen, los semáforos pueden necesitar una actualización para acomodar los vehículos autónomos y mejorar la seguridad de los peatones. Cambiar los colores de los semáforos podría ser una solución viable, pero cualquier cambio debe ser cuidadosamente considerado y planificado para asegurarse de que sea efectivo y seguro para todos.

Los autores del estudio proponen pruebas piloto a corto plazo para seguir estudiando los beneficios del cuarto color en los semáforos. Los puertos marítimos, sitios de descarga y aeropuertos son sitios ideales para iniciar con la modificación del diseño icónico del semáforo.

“Nuestros resultados numéricos muestran que la técnica propuesta produce reducciones en el retraso total, que van del 40.2 % al 98.9 %, en comparación con las de un control de semáforo completamente accionado obtenido de un software de optimización de semáforos de última generación.” concluye el estudio.

El cuarto color no debe ser necesariamente blanco. Los investigadores aclaran que puede ser cualquier tono que se considere conveniente.

 

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